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Son niños que, sin tener problemas auditivos, tienen dificultades en los distintos aspectos del proceso comunicativo pudiendo presentar problemas en el contacto visual (no mira cuando se le llama por su nombre ni dirige la mirada a los objetos que uno le muestra), poco o nada de interés por contactarse con los otros, nula o escasa intención comunicativa, dificultad para imitar acciones, un apego o rechazo especial a objetos determinados, una relación especial con su cuerpo en el espacio (a veces deambulan o saltan sin parar), incapacidad para esperar al otro y alternar una acción con él (respetar turnos), y, un juego aislado y distinto de acuerdo a lo esperado para su edad entre otras características. Otras veces el cuadro va acompañado de ecolalia o bien un uso de palabras rebuscadas, inadecuadas al contexto. En algunos casos al emerger el lenguaje, a menudo hablan en tercera persona.
En estos casos, mi primer objetivo y el más relevante dentro del proceso terapéutico es conseguir juntos que él comience a contactarse con su entorno (padres, hermanos, compañeros del jardín, etc.).
Si me preguntan sobre qué metodología uso para este objetivo, es la de observar, leer y escuchar el deseo y la necesidad de cada niño en particular, en cada momento, en el aquí y ahora, logrando establecer un hilo de comunicación a través del acompañamiento con el lenguaje y la presencia, respetando su propio ritmo y motivación.
Mi experiencia me dice que no es a través de la imposición sino a través del respeto máximo al deseo del niño, a su espacio y a su tiempo que yo puedo lograr conectarme con él. Cuando eso es posible y el niño nos permite entrar en su espacio, uno podrá sorprenderlo y proponerle diferentes acciones, juegos o actividades. Esto puede tomar tiempo pero si el niño se abre al mundo, ya no habrá vuelta atrás, su disposición frente a los otros y a los objetos del entorno irá siendo paulatinamente distinta. De a poco, el niño estará dispuesto a vincularse, y comunicarse con los otros.
Los padres son los primeros que relatan que ven al niño más conectado con ellos y su entorno y finalmente esto es lo más importante: que los padres y su hijo logren una comunicación grata y eficiente, ya que para ellos es fundamental y tranquilizador y para el hijo, es indispensable, como primer paso para incorporarse al mundo. El despertar del niño es un inmenso alivio y el trabajo debe continuar. El niño estará más conectado y más dispuesto a aprender de su entorno y compartirá poco a poco, su sonrisa placentera.
En estos casos, con el fin de observar el proceso de avance y apoyo al niño en este recorrido, considero muy relevante, por una parte, el contacto con otros profesionales que estén viendo al niño y por otra, que la Intervención terapéutica se realice no sólo con sesiones con el niño, sino también tener algunas sesiones con el niño y los padres (o cualquier familiar o cuidadora) e idealmente con reuniones periódicas con los padres para poder con calma, reflexionar y pensar en torno a su hijo.
Viviana Vigh
Fonoaudióloga
U. de Chile
Hay muchos niños de alrededor de tres años que están llegando a la consulta, que no hablan o dicen muy pocas palabras o bien tienen una jerga casi ininteligible
¿Por qué algunos niños se retrasan en el desarrollo de lenguaje?
Para que un niño hable debe tener algo que decir y por sobre todo interés en compartir con “otro” aquello que quiere decir. Para esto, requiere un “otro” (madre, padre, cuidador) que esté disponible para lograr entender lo que el niño intenta comunicar, lo que es muy importante en etapas previas al lenguaje oral ya que cuando el niño aún no habla, es el otro el que debe interpretar lo que el niño muestra o señala, algo que vio, escuchó, sucedió o atrajo su atención en ese momento. En esa etapa somos los padres los que de alguna manera hablamos por él, poniendo palabras en su boca todavía silenciosa. Todo lo anterior es en general un proceso que se da en forma natural, pero en ocasiones por razones que no comprendemos, este proceso no fluye como esperamos.
En este artículo, más que dar sugerencias en relación a cómo poder ayudarles, puesto que en cada caso se observan realidades muy distintas, quisiera destacar dos elementos que debieran estar presentes antes de que el niño empiece a hablar, y que a mi juicio son tan relevantes que los padres y/o otros adultos debieran observar si están presentes o no.
¿Cuáles son esos dos elementos? El primero la capacidad para COMUNICARSE con el otro y el segundo la capacidad para COMPRENDER el lenguaje oral, en su lengua materna antes que en cualquier otra.
Por lo tanto, sugiero observar lo siguiente:
1.- Desde el punto de vista del PROCESO COMUNICATIVO que se desarrolla desde que el niño tiene meses de edad y en la relación de apego con la madre (u otra persona cercana de cuidado), persona que le genera seguridad y sostén, podemos destacar lo siguiente:
• Que el niño se contacte visualmente con ella cuando lo llame por su nombre o le hable y que sea capaz de seguir con la mirada lo que uno le muestra.
• Que el niño tenga una variedad de intenciones comunicativas (que pida objetos, que pida acciones, que salude, que pida “mas”, etc.) destacando como la más importante, que el niño manifieste interés en compartir con el otro, algo que ve, escuche, le guste o le llame la atención, ya sea sólo alternando la mirada o señalando con el dedo (si no tiene lenguaje) o emitiendo sonidos, palabras o frases. Esto es algo que podemos observar ya en niños de 10 meses de edad, que al compartir algo con la madre, alterna varias veces la mirada entre el objeto (por ejemplo, la pelota que no alcanza, el perro que ladra o el vaso que se cayó) y la madre. Ya al año van emitiendo sonidos que acompañan la mirada y luego comparten con palabras o esbozos de palabras.
• Que sea capaz de alternar con quien se relaciona en una acción (madre, padre u otra persona), respetando turnos en el juego simple y en el habla (de acuerdo a su nivel de desarrollo) logrando esperar y entender los turnos “ahora tu” y “ahora yo”, “me toca a mi” y “te toca a ti”.
• Que el niño muestre interés en involucrarse en un diálogo por simple que sea, mostrando motivación por responder preguntas sencillas que se le realicen. Por ejemplo un niño de 18 meses, ya responde afirmativa o negativamente, aunque sea con movimientos de cabeza, frente a preguntas de respuesta cerrada si/no: ¿quieres más leche?, ¿te paso la pelota?. El niño de 2 años, ya podrá responder estas preguntas con palabras (quizás /ti/ y / no/ por “si” y “no”) aunque estén muy simplificadas, incluso frente a preguntas como ¿dónde está la mamá? /allá/, ¿qué es esto? /ahto/ por “auto” u /ota/ por “pelota”.
• Que el niño, por sobre los dos años, empiece paulatinamente a usar el pronombre “yo” para referirse a sí mismo y no hable en tercera persona como “el niño quiere” o “José quiere” (aquí es fundamental el papel de los padres quienes en ocasiones continúan poniendo al niño en un lugar de bebé y siguen hablándole en tercera persona, por ej: “ parece que José quiere comer...”, hecho que se acostumbra a observar cuando los niños tienen solo meses de edad.)
2.- Desde el punto de vista de la COMPRENSIÓN DEL LENGUAJE, el niño debe poseer la capacidad para comprender vocabulario (palabras que nombran objetos, acciones o características), órdenes o instrucciones simples o de mayor complejidad, de acuerdo a la edad y por sobre todo debe comprender preguntas, las cuales varían también de acuerdo a la edad. Sin embargo, el hecho de poder comprender y responder de alguna forma preguntas sencillas, sean preguntas de respuesta cerrada si/no -en las cuales podría sólo responder sin tener lenguaje oral, como ¿quieres agua? o ¿te pongo los zapatos? -, o preguntas de respuesta abierta -donde se requiere algo de lenguaje, como ¿quién...?, ¿qué...?, ¿dónde...?, ¿con qué...?, ¿cómo hace…? nos indica o deja en evidencia que el niño es capaz de incorporarse en un proceso comunicativo, que tal como se señaló anteriormente, es previo a la emergencia del lenguaje oral.
Para terminar, a veces es mejor no esperar hasta los tres años o tres años y medio para evaluar por qué el niño aún no ha adquirido el lenguaje oral, sino antes, con el fin de detectar si estas conductas previas a la aparición del lenguaje, como parte del proceso comunicativo y comprensivo, están presentes o no. Si lo están, podremos esperar más tranquilos y dar ciertas sugerencias a los padres, de acuerdo a cada situación, que puedan favorecer la aparición del lenguaje en su hijo. Y si no están, sería importante que los padres sepan que pueden pedir ayuda y consultar a una fonoaudióloga e iniciar una terapia, que en algunos casos puede ser de corta o larga duración, dependiendo de cada niño y cada familia y dependiendo de las dificultades del niño y de la disponibilidad de los padres para apoyarlo en el hogar.
No olvidemos que siempre es mejor ser proactivo que reactivo y que si las dificultades se abordan más tempranamente, siempre y cuando sea en un contexto muy lúdico y de interés para el niño y trabajando en conjunto con los padres y su núcleo primario, es muy probable que la evolución sea mucho más rápida y favorable. Por tanto, esto impactará también en los otros ámbitos donde la comunicación y el lenguaje juegan un papel fundamental, es decir, en lo emocional, lo social y lo intelectual.
Viviana Vigh
Fonoaudióloga
U. de Chile
¿Cómo podemos ayudar a nuestro hijo cuando ha empezado con episodios de disfluencia o tartamudez?
Dentro de las dificultades del habla, la tartamudez o también llamada “disfluencia” debido a que es una alteración de la fluencia al hablar, es sin duda uno de los síntomas que más angustia a los padres, además del propio niño. Esta puede consistir en sus inicios en simples repeticiones de partes de frases, de palabras completas o bien partes de palabras en forma ocasional en una etapa en que el niño está recién adquiriendo el lenguaje, es decir a los 2 años y medio, 3 ó 3 años y medio.
Aunque se diga que no hay que darle mucha importancia y es porque el niño está pensando más rápido de lo que puede hablar, la reacción que tengan los padres en el momento de la aparición de este cuadro es fundamental e inmensamente relevante en la eliminación, disminución o incremento de la tartamudez. Menciono esto a raíz de que muchas veces llegan niños de 4 ó 5 años con un alto grado de tartamudez y los padres señalan que lo presenta desde que empezó a hablar pero estaban esperando a que se le pasara solo, desgraciadamente para el niño, tomando medidas cotidianamente contrarias a lo que el niño necesitaba para dejar de tartamudear.
Por lo tanto, si su niño que está recién aprendiendo a hablar y adquiriendo el lenguaje oral o bien, ya lo ha hecho, empieza a tartamudear, ya sea repitiendo palabras, partes de palabras, sílabas o incluso quedándose un poco bloqueado (algunos llegan a tener espasmos en las cuerdas vocales) es muy importante que a pesar de que usted se ponga nervioso y ansioso, evite demostrárselo y haga cómo que aquí no pasa nada, aunque esto signifique un gran esfuerzo de su parte. Esto es, porque si el niño nota que usted está ansioso porque él no habla fluido, él que es una esponjita se pondrá también ansioso, pues los niños perciben inconscientemente nuestros estados emocionales y ya antes de hablar con usted o con quien manifieste angustia al escucharlo, él ya estará pre-ocupado porque podría tartamudear, constituyendo así un círculo vicioso. Y esta pre-ocupación lo pondrá en un estado en el cual volverá probablemente a titubear.
Es decir, la forma en que usted puede pre-ocuparse es mas bien parar y reflexionar tranquilamente en relación a la posibilidad de que haya algún factor familiar o del medio donde se desenvuelve el niño o algún hecho puntual que esté influyendo y colaborando en crear un ambiente que esté poniendo ansioso al niño. No siempre es fácil detectarlo y a veces son hitos importantes que afectan al niño, imposibles de evitar, como es el nacimiento de un hermano, cambio de casa, inicio en el jardín infantil donde algunos niños se ven obligados a socializar repentinamente, vacaciones, cambio de nana, postulación a colegio, etc. Más que modificar la posible causa, al menos a veces nos permite comprender quizás, algún factor detonante y empezar a entender que nuestro niño percibe mucho más de lo que creemos, entender que es un niño muy sensible y que debemos por sobre todo respetar sus ritmos.
Señalo como un acto importante, hacer esta reflexión ya que generalmente la tartamudez aparece como un síntoma, entre otros, de un cuadro ansioso, por pequeño que sea el niño. A veces es bueno analizar cuanto le estamos exigiendo a nuestro hijo, ya que a estas alturas en nuestro país, en que el lenguaje constituye un área muy importante a la hora de postular a un colegio – en muchos a los 3 años sin ni siquiera haber llegado a la edad de término de adquirir la lengua materna- los padres caen a veces en una sobre-exigencia del niño con el fin, ya sabemos, de que quede en el colegio esperado.
En fin, el por qué se habla de que se genera este círculo vicioso se puede comprobar al observar que el mismo niño que tartamudea tanto frente a sus padres o frente a uno de ellos o de todos los adultos, sometido a una experiencia placentera al jugar con otros niños, especialmente niños menores o animales, sencillamente no tartamudea, pues no hay nadie que los esté “estresando” o simplemente “esperando que hable bien”.
Otras sugerencias a tomar en consideración, son las siguientes:
- No terminarles las palabras o las frases cuando ellos no han podido continuar hablando fluidamente;
- Evitar la tendencia de algunos padres a decirles “habla más lento” o “repítelo otra vez”;
- No hacerles repetir palabra por palabra o sílaba por sílaba, haciéndolo sentir que si hablara así sería mejor, pues es bastante artificial y los angustia un poco;
- Definitivamente eludir cualquier sugerencia relacionada con “respira más lento”, “respira hondo”, “toma aire antes de hablar”;
- Por ningún motivo, cambiarles el tema del cual están hablando por “nervioso” o tartamudo que se ponga el niño;
- Y por último, las sugerencias más importantes, para los que han tenido la paz-ciencia de leer este artículo hasta el final, es MÍRELO TRANQUILAMENTE A LOS OJOS, ESCUCHE LO QUE SU HIJO NECESITA DECIRLE, ESPÉRELO ATENTAMENTE SIN APURARLO……..demostrándole que aunque él tartamudee, NO PASA NADA, y usted lo acepta y recibe incondicionalmente con los brazos abiertos. Pase lo que pase siempre intente proveer un ambiente en que su hijo se sienta acogido y seguro con usted.
Si su niño continúa presentando episodios de tartamudez, piense en la posibilidad de consultar a un fonoaudiólogo cuya terapia sea absolutamente lúdica y otorgue un buen espacio terapéutico de escucha para su niño y para la familia. Cabe destacar que también se debe examinar la posibilidad de evaluar al niño y la familia con un psicólogo, ya que este cuadro puede aparecer no sólo como un síntoma de ansiedad en el niño sino también como un síntoma que avisa de que algo está sucediendo en la familia.
Viviana Vigh
Fonoaudióloga
U. de Chile
ALGUNAS SUGERENCIAS PARA FAVORECER EL DESARROLLO DEL LENGUAJE DE NUESTRO HIJO
Antes de iniciar este texto con algunas sugerencias para los papás, mamás, cuidadoras(es) o educadoras (es), quisiera dejar en claro que cada indicación es de carácter genérico y debería adecuarse a cada caso en específico, el cual depende de cada niño, sus características, su entorno y por sobre todo del deseo de los padres para mejorar y acrecentar la relación con su hijo.
• Estimular cerca del año y año y medio la aparición de las onomatopeyas, es decir la imitación de los ruidos y sonidos que emiten los animales y otros objetos (medios de transportes, instrumentos musicales, etc.): /guau/, miau/, /vvvv/, /cococo/, pip pip/, /tan tan/, /jjjjj/, etc. El objetivo de estos ruidos o sílabas, además de ser parte del desarrollo de la comunicación y del lenguaje, es estimular al niño a que pueda producir una gran variedad de sonidos con sus órganos fono-articulatorios -los que son el sustento físico de la forma del lenguaje- para que así estén preparados para cuando empiece a decir distintos sonidos al formar sílabas y palabras. Para dar sólo un ejemplo, ocasionalmente, recibo niños en la consulta de 3 años y medio y hasta 4 años que nunca aprendieron a decir los sonidos posteriores /j/, /g/ y /k/ (este último sonido suele aparecer cerca del año o año y medio) y si se le pregunta cómo hace la gallina, él dirá por lo general /tototo/, y no dirá tampoco que hace /caca/ sino que hace /tata/(……y uno se pregunta ¿qué pensará su abuelo de este punto?). De todas maneras es bueno aclarar que pueden haber distintas causas por las cuales el niño no adquirió este o estos fonemas cuando se esperaba.
• Ya es sabido que cuando el niño es pequeño tiende a señalar o compartir lo que ve, intentando nombrar los objetos o animales según el ruido que produce o que sus padres le han enseñado a asociar (las recién mencionadas onomatopeyas), diciendo /guau/ al indicar un perro o /chuchú/ al mostrar un tren. Y esto está muy bien, siempre y cuando no reforcemos eternamente este tipo de lenguaje. Entonces cuando el niño ya pueda decir palabras por simplificadas que sean, al menos a los 2 años, si el niño muestra un gato, emitiendo un /miau/, será mejor decirle que “si, tienes razón hace miau, miau, pero es un gato”.
• Cuando el niño nomine una cosa por otra, por ejemplo diga/ vaca/ al querer nombrar una “oveja”, o /silla/ por “mesa”, no decirle de inmediato /no/, sino es mejor decirle /si,....se parece a una vaca pero es una oveja…/o mejor aún explicando un poco más /si,… se parece a una vaca porque también es un animal que tiene cuatro patas y come pasto pero esta es una oveja…nos da la lana…/ entregándole, si el momento lo permite, algunas características o atributos semejantes y diferentes entre ambos animales u objetos. Creo que iniciar la respuesta con un sí, es definitivamente más positiva y reforzadora que estar continuamente diciendo /no/. Es importante mencionar que normalmente cuando los niños recién adquieren el lenguaje tienden a generalizar con las primeras palabras o emisiones, es decir le dirán /perro/ o /guau/ a todo animal que tenga cuatro patas, cola y se mueva….pero esto es sólo al inicio y en la medida que conoce más el mundo que lo rodea, el niño va pasando a otra etapa. He aquí nuestra labor.
• Intentar no reforzar el lenguaje de palabras en “chiquitito” o palabras simplificadas cuando el niño las use. Si bien, se le acepta y damos por entendido a qué se refiere, no le devolvemos la misma palabra simplificada que él utilizó. Por ejemplo, si el niño señala con el dedo la pelota y dice /ota/, o muestra un gato y dice /miau/ o /ito/, es bueno darle auditivamente el modelo de la palabra correcta, diciéndole /ah! si! la pelota!, quieres jugar con la pelota/ o /si, el gato/ no volviendo a repetir y reforzar la palabra simplificada /ota/ o /ito/ tal como el niño la dijo. Modelar auditivamente y en forma correcta las palabras es lo que se sugiere en este caso.
• Si en ocasiones queremos entregar más contenidos en un momento propicio, es bueno explayarse un poco más entregando más información para que el niño vaya aprendiendo en el día a día, especialmente cuando estamos en una situación concreta que a él lo motiva o es significativa para él. Con esto me refiero a si pasan los bomberos y el niño dice / os bombedos , hay fuego/ poder decirle /si, debe haber un incendio y ellos van a apagar el fuego con unas mangueras gigantes en sus carros de bomberos y andan rápido porque tiene que llegar lo antes posible…., usan unas escaleras largas, etc./ es decir, incorporar nuevas palabras a su vocabulario aunque pensemos que algunas palabras podrían no conocerlas. De esta forma no sólo estimulamos el lenguaje sino también la imaginación. A veces los padres se admiran de las nuevas palabras que sus hijos usan en su lenguaje diciendo que ellos no se las han enseñado pero tal como todos sabemos, los niños absorben las palabras y el lenguaje muy rápidamente. No olvidemos que antes de incorporar el lenguaje oral, nuestros niños han internalizado nuestros gestos y las emociones que nos movilizan a ellos.
Para concluir esta primera etapa de claves para padres, quisiera destacar no sólo la importancia que tiene el lenguaje oral en el aspecto comunicacional, cognitivo, social y emocional del niño y el gran impacto de una adecuada estimulación lingüística, sino también la relevancia de no caer en una sobre-estimulación del niño, especialmente por parte de los padres y saber que si bien hay momentos en que podemos comunicarnos con nuestro hijo y estimular su lenguaje, también hay instancias en que con tranquilidad y sabiduría podemos permitir a nuestro hijo estar solo (obviamente sin desantenderlos o descuidarlos, claramente no me refiero a abandonarlos en su soledad), jugando solo y conociendo el mundo en silencio para que pueda conectarse con su propio ser en formación, a través del tocar, mirar, escuchar, sentir distintas texturas, diferentes pesos, etc. probando, equivocándose, cayéndose, hecho que le permitirá conocer el mundo y explorarlo sin mediación del lenguaje, en un espacio y tiempo propio que le hará tan bien como el espacio en el cual se produce la comunicación. Papás y mamás: otorguen a vuestros hijos estos dos tipos de espacios, permítanles caerse y levantarse pues esto los “seguriza” y “fortalece” haciéndolos crecer tanto a ellos como a ustedes. Cada caída y equivocación nos permite estar y ser más fuerte en la vida.
Viviana Vigh S.
Fonoaudióloga
U. de Chile.
¿Cuándo se debe retirar el chupete?. ¿Cómo hacerlo?. ¿En qué le puede afectar el hecho de que continúe usando chupete por un largo tiempo?.
Primero que todo, si el niño usa el chupete todo o casi todo el día, no es tan difícil darse cuenta que al tener algo en la boca el niño tendrá menos oportunidades para expresarse a través de sonidos o palabras, es decir para usar la boca para hablar. Sé que es fácil decirlo desde otro lugar y que para los padres que tienen niños de dos años y medio ó tres años que ya están acostumbrados y dependen física y psíquicamente del chupete no es fácil retirárselos. Una sugerencia es intentar convencer al niño que él ya no es guagua y que el chupete es para las guaguas, que él es grande, etc. etc. Claro que primero son los padres los que deben asumir emocionalmente esta responsabilidad, pues si lo siguen poniendo en un lugar de guagua y tratándolo como tal, difícil será convencerlo de que él ya no lo es. Por lo tanto si el niño llega a los 2 años y medio usando el chupete prácticamente casi todo el día, es urgente ir pensando en dejarlo sólo para la noche o eliminarlo definitivamente en lo posible.
Una buena sugerencia para eliminarlo de raíz, que a varios padres les ha dado buen resultado, es conversar con el niño para prepararlo e invitarlo a regalar su chupete a alguna guagua conocida convirtiendo ese acto como un paso muy importante para él y la familia, a cambio del cual podrá obtener algún regalo anhelado (no es necesario que sea un gran regalo) o un paseo esperado. Posterior a este gran suceso, si el niño lo pide, se le recordará que ya lo regaló a “aquella guagua”, que él es grande y que recuerde lo que obtuvo a cambio. No puedo negar, y también lo viví en “carne propia como madre”, que para algunos niños es tan importante el chupeteo o la succión, pues los relaja mucho y les permite quedarse dormidos en calma y más rápido (la verdad es que esto es lo que tienen miedo los padres a perder), que quizás tendremos que asumir unos días de pena y a veces de llanto, por lo que sabremos que nos tocará regalonearlos un poco más de la cuenta por dos ó hasta cinco días…..pero vamos…..se puede!
Por otra parte, es importante señalar los efectos físicos y funcionales del uso prolongado del chupete. Seré bastante simplista en la explicación: ocurre lo siguiente…..pasado el año de vida o tal vez un poco más, lo adecuado y normal es andar durante el día y la noche con la boca cerrada, es decir, respirando por la nariz manteniendo los labios juntos y la lengua descansando en el paladar. Esta postura nos favorece un desarrollo muscular adecuado de todo el sistema máxilo-facial (labios, mejillas, lengua, paladar, etc.) y por lo tanto nos permite desarrollar normalmente las funciones que se relacionan con este sistema, es decir nos favorece una respiración nasal normal, masticar y tragar bien y a la larga pronunciar bien. Si el niño usa chupete en forma permanente o a veces sólo de noche, y además por ejemplo, come los alimentos molidos y por supuesto usa mamadera, tenderá a mantener la lengua en el piso de la boca y no adosada al paladar y probablemente deglutirá (tragará) interponiendo la lengua entre los dientes. Esta postura lingual producirá una lengua hipotónica o floja que podría afectar la pronunciación de los sonidos en los cuales deba elevar la lengua, es decir sobre los sonidos /l/ y más adelante /r/ y /rr/, si es que no altera la pronunciación de otros sonidos, como la /s/ en que tienden a interponer la punta de la lengua entre los dientes como /z/ española.
También es importante destacar dos funciones: por una parte lo relevante que es que los niños coman alimentos picados o enteros una vez que les han emergido sus dientes y no se les prolongue la comida tipo papilla o molida, pues masticar es una función que, aparte de sacarlos del lugar de “la guagua de la casa”, les permite fortalecer la musculatura bucal (labiolinguofacial) que como ya sabemos influye en la buena pronunciación de los sonidos. La otra función que nunca se debe olvidar es que si el niño anda con la boca abierta permanentemente y no está resfriado, esto puede deberse a dos causas: primero sólo a un hecho funcional, por ejemplo como mal hábito por el uso prolongado de chupete o mamadera, o bien, a una dificultad orgánica, es decir que tenga alguna imposibilidad para respirar por la nariz, como la presencia de adenoides muy desarrolladas, lo cual lo obliga a respirar por la boca. Esto se debe descartar asistiendo a control con su médico pediatra u otorrinolaringólogo, quienes posiblemente solicitarán radiografías (rx de cavum) y podrán aclarar el diagnóstico. A veces algunos niños no pueden respirar por la nariz porque son muy alérgicos y están constantemente con la vía nasal obstruida.
No olvidemos que no estoy sugiriendo que le quiten el chupete a tooooooooodos los niños, y menos aún si los padres no quieren. Lo que sí quisiera que quede claro es que si un niño habla muy poco o no ha adquirido el lenguaje y tiene ya dos años y medio o tres años y usa siempre chupete, es muy importante que los padres se hagan cargo de este hábito que si bien ya es placentero para los niños, sabemos que también lo es a veces para los padres (los niños se duermen rapidito y a algunos les encanta continuar eternamente con sus hijos guaguas….). En este caso, el permanente uso del chupete podría, junto a otras causas generalmente muy relevantes también, provocar un retraso en la adquisición del lenguaje.
Finalmente, no está de más preguntarnos si es realmente necesario el uso tan prolongado del chupete(2 ó 3 años) pues no hay que olvidar que inicialmente nuestro hijo lo empezó a usar en los primeros días o meses de vida, cuando intentamos tranquilizarlo y compensar sus ganas eternas de mamar y sentir el placer de estar pegado al pecho de la madre………y ya han pasado varios años después de eso, siendo evidente que nuestro hijo tiene otras necesidades y múltiples posibilidades de “experienciar” la vida, ya sea a través del cuerpo, del juego y del contacto con los otros niños y adultos para lo cual requiere sin duda comunicarse y hablar.
Y entonces las preguntas serían ¿Es necesario para ellos o para nosotros que continúen usando chupete? ¿A qué le tememos cuando no queremos retirarles el chupete? ¿Qué nos impide dejarlos crecer y reconocer que nuestro hijo ya no es un bebé?
Viviana Vigh
Fonoaudióloga.
U. de Chile.
Cuando un niño no habla o su lenguaje es enredado, es importante aclarar qué tipo de dificultad tiene y qué hay detrás de este retraso. Las dificultades se pueden traducir en la imposibilidad de pronunciar algunos sonidos, en simplificar mucho las palabras, en poseer un vocabulario escaso o en usar frases demasiado simples y cortas.
Todo esto nos preocupa como padres, ya que sabemos que el lenguaje nos permite relacionarnos con los otros, desarrollar la inteligencia, expresar sentimientos, aprender del mundo que nos rodea e iniciar el aprendizaje escolar. Sin embargo, lo más relevante para que un niño adquiera y desarrolle un buen lenguaje oral, lo constituyen dos aspectos fundamentales: la capacidad para comunicarse con el otro y la capacidad para comprender el lenguaje oral, siendo el primero el pilar del segundo. El nivel comprensivo del lenguaje en los primeros años varía según la edad: es distinto lo que espero que comprenda a los 2, 3 ó 4 años, sin embargo desde pequeños y sin decir palabras aún, se puede observar la capacidad para entender preguntas o instrucciones simples y responder a través de gestos, miradas o sonidos. En relación con esto, lo más importante es ver si el niño logra involucrarse en un diálogo, por simple que sea, con preguntas tales como ¿quieres más?, ¿te lo paso?, ¿te saco la polera? O a través de preguntas abiertas muy sencillas: ¿qué es?, ¿dónde?, ¿quién?, ¿de quién? Frente a las que esperamos que diga algunas palabras. Sin embargo, el proceso comunicativo es, en definitiva, el pilar fundamental del lenguaje; es decir, éste es pre-lingüístico y se desarrolla desde los primeros meses de vida del niño ¿Cómo? En el caso de la adopción, en su relación y comunicación con la cuidadora y luego con los padres adoptivos. Está íntimamente relacionado con el desarrollo afectivo entre el niño y el adulto que lo cuida, sostiene, acaricia, escucha, mira, imita e interpreta, siendo todas estas acciones juntas determinantes en el proceso comunicativo y, posteriormente, en el lenguaje. En el caso de los niños que están en una institución, esta contención multisensorial suele no ser suficientemente sistemática y estable, lo que los pone en un lugar de mayor vulnerabilidad, requiriendo urgentemente ser acogidos por los padres adoptivos; más que por lo puramente lingüístico y estimulador, por lo afectivo y relacional. Quizás nos preocupe, a veces exageradamente, que el niño no hable bien, sin embargo, lo más importante y que asegura un mejor desarrollo emocional, cognitivo y social del niño, es definitivamente que estos aspectos de la comunicación se encuentren bien establecidos. Como por ejemplo, que el niño tenga contacto visual cuando uno lo llama por su nombre, le habla o le muestra algo; que tenga intención para compartir con el otro algo que ve, escucha o toma y se lo indique, aunque sea con un intercambio de miradas o señalando con el dedo; que el niño sea capaz de alternar con el otro –considerando su edad-, es decir, respete en alguna medida turnos en el juego simple y en la comunicación, “ahora tu”, “ahora yo” o ”te toca ti”, “me toca a mí”; que el niño, después de los dos años (en niños adoptados más grandes, esto se retrasaría) se refiera a sí mismo con el pronombre “yo”, por ejemplo frente a la pregunta “¿quién quiere...?” y no se refiera a sí mismo por su nombre. En esto es fundamental que los padres promuevan la comunicación a través del uso del “tú” y del “yo”, y no hablarles en tercera persona. Para finalizar, es importante recordar que el lenguaje emerge más fácilmente como expresión comunicativa en situaciones afectivas y significativas, cuando los niños descubren el placer de comunicarse a través de las palabras. Les sugeriría a los padres adoptivos ser padres proactivos, no sólo en cuanto a la estimulación del lenguaje sino, y especialmente, en cuanto a la escucha y mirada real del gesto del niño, de la intención del movimiento, del sonido o de la palabra. Es importante escuchar lo que el niño dice, sin importar tanto el “cómo lo dice”, sino el “para qué” o “por qué lo dice”. Luego de acoger e interpretar, se puede modelar o corregir si fuera necesario.
Artículo publicado en revista “Adopción y familia”: “más que palabras…comunicación, lenguaje y adopción”. Julio, 2012.
Viviana Vigh
Fonoaudióloga
U. de Chile.